A principio de año viene gente que te quiere (que te quiere porque te quiere quien quieren, que te quiere porque querés a quien quieren, pero que te quiere al fin) y te regala una estampita.
El buen hombre tiene una aureola (como todo Santo de estampita), una cruz en la mano derecha y una... ejem... ¿hoja de palmera? en la izquierda.
Viste capa Superman style, pollera tableada, calzas grises y botas haciendo juego con la falda.
Una cinta que dice "CRAS" le pasa por atrás de los pies.
La estampita está en portugués, y del reverso tiene alguna oración.
Si se empieza a morir gente a tu alrededor, si surgen problemas varios de los que en general no tenés, si todo empieza a ir en picada, quizás sea momento de tirar la estampita en algún lado.
¿Tirar una estampita? ¡Qué blasfemia!
La apoyás prolijamente sobre un tacho de basura callejero, y esperás -cual protagonista de La llamada- que a algún incauto se le ocurra guardársela.
Si pasados unos meses tenés un gran problema con tu pareja y alguien te ofrece una estampita, de características muy similares a aquella otra, pero en español, y te dice que tenés que tener fe en el "Santo de las causas urgentes" vos, que seguramente estás desesperado por resolver tu causa urgentemente, la aceptás sin recordar el pasado (¡cuántas cosas no aceptaríamos si recordáramos el pasado!).
Si el problema con tu pareja parece solucionarse, el artículo de santería ahora parece un aliado, y ya nunca saldrá de tu billetera.
Craso error.
En unos meses más, todo se va de madres, y vuelve la racha de pérdidas, lágrimas y fracasos.
Voy a tirar mi estampita de Saint Formerlittlefart (no pienso ni escribir su nombre).
Temo dejarla sobre un tacho de basura y que -más tarde o más temprano- vuelva a mí.
Temo romperla o quemarla y que se desate una ira aun peor.
Arriba del tacho, irá... Sólo espero recordar mi pasado para cuando vuelva.
domingo, 23 de octubre de 2005
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