jueves, 30 de abril de 2009
Pequeño burgués
Tiene que haber una forma de quitarme de adentro esa repulsiva sensación de Gran Altruista que asoma cada vez que le doy un billete de 2 (dos) pesos a alguien que me pide una moneda.
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10 comentarios:
Y es que ya no da largar las monedas, asi que ahora o uno es muy bueno y da dos mangos o no da nada.
y...es fácil:pensá dónde va a dormir esa persona, qué va a comer, qué se va a vestir, qué hará cuando llueve, quié lo esperará,quién se preocupa por él...viste: es muy fácil darse cuenta de que esos dos pesos no van a modificar la injusticia de éste mundo...
Dale, no te hagas el santo que es para no quedarte sin monedas para el bondi.
(Eso sirve?)
Yo entiendo a que te referís, y sí, es algo que tenés que solucionar. Es la misma sensación que, creo, tienen algunas personas de mi facultad al tomar mate con un linyera demente que anda por los pasillos. Imagino que después se van a sus casas pensando que son re progres al compartir el mate con un mugroso, mientras el mugroso se caga de frío intentando dormir en plaza Houssay.
eh capo ¿me dá una moneda?
MeLLi:Sí, eso de las monedas ayuda o mata a los que piden o a los que cobran propinas...
MdlÁ:Sí, esa es una buena forma de anular cualquier tipo de estúpido orgullo.
Pau:¡Esa también!
Me:Exactamente. Habrá que solucionarla, sin dudas.
Criatura:Nah, seguro que estos negritos se la gastan en vino, seguro...
A todos, gracias por comentar.
Lo que dice Paula. Sin dudas.
Gracias, Purque. Yo creo que eso debería funcionar...
Socio, has lo que yo :Cuando alguien te pida una moneda, lo agarrás, lo empujás al suelo, lo revisás rapidito y le robás lo que haya podido juntar hasta entonces. En una de esas algún bloguero rico le dio un billetito de 2 y va a ser para VOS, más todas las moneditas.
Esa es la solución definitiva para no sentirte un GRAN ALTRUISTA.
Aunque ahora que lo pienso, a veces igual me siento demasiado bueno por perdonarles la vida, y ahí me devuelvo y les doy un par de patadas en la cabeza.
¡Para todo hay solución en la vida, amigo!
Le recomiendo fuertemente, aunque es probable que ya lo haya leído, el cuento "A los pobres, ¡matémoslos a palos!", de Baudelaire.
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